

Con un sol radiante, que nos acompañó durante todo el día, partimos hacia Greenwich. Después de atravesar su enorme parque, tuvimos oportunidad de ver la línea que marca el meridiano 0, ya que el Observatorio Real de Greenwich la tiene grabada en el suelo como referencia.
Por tan solo 5 minutos, habíamos perdido la embarcación que nos iba a llevar al centro de Londres a través del Támesis, así que tuvimos que esperar otra media hora. Pero esta vez estábamos los primeros en la cola, por lo que nos fue muy fácil sentarnos en los mejores asientos del barco, es decir, en primera fila.
Desde esta posición privilegiada, fuimos viendo algunos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad según avanzábamos río arriba: sus rascacielos, la catedral de San Pablo, la Torre de Londres, el puente de la Torre, la Aguja de Cleopatra, el Ojo de Londres, etc. Desembarcamos en Westminster y, desde allí, recorrimos a pie toda la zona centro, incluyendo las Casas del Parlamento (con el Big Ben, por supuesto), la Abadía de Westminster, el n° 10 de Downing Street, el Palacio de la Guardia, el parque de Saint James, el Palacio de Buckingham, y un largo etcétera de lugares.
El viernes tuvimos un tiempo bastante desapacible durante todo el día, con viento y frío. No era el mejor día para hacer el paseo de Broadstairs a Ramsgate, pero así estaba previsto y, finalmente, nadie se arrepintió de hacerlo por las inmejorables vistas que se alcanzan por el camino.
A primera hora de la tarde del jueves nuestros jóvenes estuvieron desarrollando el difícil arte de hacer pulseras (arts and crafts).
Por la noche, acompañados por un actor local, pusieron de manifiesto sus dotes artísticas e interpretativas dentro de la actividad de teatro.
El día en Broadstairs fue bueno, pero en Canterbury fue excelente. Allí pudimos contemplar el castillo, las murallas y su catedral. A su vez, el guía nos deleitó con algunas historias, como el sistema que tenían en la Edad Media para descubrir brujas, o cómo el tener ventanas o candiles en las casas podía salirle a uno bastante caro en tiempos de guerra.
La tarde terminó con tiempo libre para hacer compras en el mercadillo de la High Street y en los comercios que inundan el centro de la ciudad.